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¿ES LA SANTIFICACIÓN UNA OBRA DE DIOS, O UNA OBRA HUMANA?

  • Alejandro Machado
  • 15 mar 2015
  • 7 Min. de lectura

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La pregunta representa un gran dilema.

Si decimos que la santificación es una obra de Dios, entonces muchos podríamos simplemente excusarnos en esa premisa para no hacer ningún esfuerzo por lograrla, o pecar deliberadamente y acusar a Dios de no hacer su obra en nosotros de la manera correcta.

Si decimos que la santificación es una obra humana entonces estamos en problemas, pues estaríamos en presencia de un movimiento moralista. Eso no es evangelio. Defenderíamos como teología la lucha humana por lograr su propia bondad, sin comprender la imposibilidad de esto.

Si entendemos bien lo que es la santidad (estar totalmente apartados del pecado), entenderemos como santificación ese proceso que nos lleva a alejarnos cada vez más de aquello que desagrada a Dios. Y parecernos más a Cristo. A causa de la naturaleza caída del hombre, y nuestra constante debilidad, nuestra aún inclinación hacia el pecado, eso es humanamente imposible.

Romanos 7:14 Sabemos, en efecto, que la ley es espiritual. Pero yo soy meramente *humano, y estoy vendido como esclavo al pecado. 15 No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco. 16 Ahora bien, si hago lo que no quiero, estoy de acuerdo en que la ley es buena; 17 pero, en ese caso, ya no soy yo quien lo lleva a cabo sino el pecado que habita en mí. 18 Yo sé que en mí, es decir, en mi *naturaleza pecaminosa, nada bueno habita. Aunque deseo hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo. 19 De hecho, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. 20 Y si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo hace sino el pecado que habita en mí.

21 Así que descubro esta ley: que cuando quiero hacer el bien, me acompaña el mal. 22 Porque en lo íntimo de mi ser me deleito en la ley de Dios; 23 pero me doy cuenta de que en los miembros de mi cuerpo hay otra ley, que es la ley del pecado. Esta ley lucha contra la ley de mi mente, y me tiene cautivo.24 ¡Soy un pobre miserable! ¿Quién me librará de este cuerpo mortal? 25 ¡Gracias a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor!

En conclusión, con la mente yo mismo me someto a la ley de Dios, pero mi *naturaleza pecaminosa está sujeta a la ley del pecado.

Ahora bien, si bien eso es humanamente imposible, seamos honestos, hay ordenes claras, ¡clarísimas! en la Palabra acerca de las cuales el hombre debe buscar la santificación. Buscar ser santos. Y parecerse cada vez más a Cristo.

1Pe 1:15 pero ahora sean santos en todo lo que hagan, tal como Dios, quien los eligió, es santo. 16 Pues las Escrituras dicen: «Sean santos, porque yo soy santo»

Hebreos 12: 14 Esfuércense por vivir en paz con todos y procuren llevar una vida santa, porque los que no son santos no verán al Señor. 15 Cuídense unos a otros, para que ninguno de ustedes deje de recibir la gracia de Dios. Tengan cuidado de que no brote ninguna raíz venenosa de amargura, la cual los trastorne a ustedes y envenene a muchos. 16 Asegúrense de que ninguno sea inmoral ni profano como Esaú, que cambió sus derechos de primer hijo varón por un simple plato de comida.

¿Entonces?

¿Es la santificación del hombre una obra humana?, ¿o una obra de Dios?

El pastor John Piper dice, y con razón, que existen miles de sensaciones y deseos santos listos para despertarse en nuestra vida, solo a la espera de que sean iluminadas con la Palabra de Dios. Esto es posible por el nuevo nacimiento.

¿No te ha sucedido que lees un versículo, frase, texto o capítulo bíblico, y algo maravilloso sucede dentro de ti, que te lleva de pronto del repentino terror de saberse estar equivocado al irresistible deseo de remediarlo todo?…

¿No te ha pasado que al leer las escrituras, de pronto se enciende como un fuego en tu alma y empiezas a amar más y mas aquello que lees, y acerca de quien lees, y luego terminas con una amplia sonrisa en tu rostro?…

¿No es cierto que muchas veces la lectura de la Palabra de Dios te confronta trayendo a tu vida esperanza, paz, gozo, y la convicción acerca de lo que tienes que hacer?

Todas esas cosas fueron posibles porque leíste. Porque buscaste.

En realidad el mismo deseo de buscar proviene de una nueva naturaleza, así que no podemos jactarnos de ello. No es algo que proviene de nosotros.

Jesús oró y pidió que fuésemos santificados. ¿Con qué?

Juan 17:17 Hazlos santos con tu verdad; enséñales tu palabra, la cual es verdad.

Con la verdad. Su Palabra es verdad.

Un bebé recién nacido no necesitaba aire mientras estaba en el vientre de su madre. Su nueva vida lo hace dependiente del oxigeno del aire y la única manera de recibirlo es a través de sus pulmones.

De igual forma un nuevo creyente. Cuando alguien ha nacido de nuevo su vida es una nueva vida. Algo adentro se ha producido, necesita respirar del “nuevo ambiente”, y tomar “del oxígeno que le dará vida”… Esa es la razón por la cual nos sentimos fortalecidos, bendecidos, y con bienestar cuando buscamos las cosas espirituales. La oración y la lectura bíblica se hacen vitales para el nuevo creyente. Y lo serán por el resto de su vida.

La Palabra de Dios, la verdad, es ese elemento que el creyente respira hacia su santificación. La Palabra de Dios nutre, alimenta, exhorta, anima, instruye, edifica, rectifica, y modifica.

2 Tim 3:16 Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para enseñarnos lo que es verdad y para hacernos ver lo que está mal en nuestra vida. Nos corrige cuando estamos equivocados y nos enseña a hacer lo correcto. 17 Dios la usa para preparar y capacitar a su pueblo para que haga toda buena obra.

¿Lo ves?, Dios la usa. ¡Es una obra de Él!… pero sin duda hay una participación humana: La tuya, al buscarla.

Heb 4:12 Pues la palabra de Dios es viva y poderosa. Es más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra entre el alma y el espíritu, entre la articulación y la médula del hueso. Deja al descubierto nuestros pensamientos y deseos más íntimos. 13 No hay nada en toda la creación que esté oculto a Dios. Todo está desnudo y expuesto ante sus ojos; y es a él a quien rendimos cuentas.

De nuevo el contexto. Dios está presente en nuestro proceso de santificación, en nuestro proceso de descubrir las cosas más íntimas, profundas y secretas de la vida humana.

La razón por la que muchos “sobreviven” sin la lectura bíblica constante y una adecuada vida de oración tiene más que ver con la misericordia de Dios, que conque eso sea algo correcto. No es una buena forma de vivir. No es “calidad de vida”.

Nadie envidia la vida de una persona que está conectada a aparatos, sondas, respiradores artificiales y máquinas que le ayudan a bombear la sangre a su corazón. Decimos a esas personas, si bien no es el término médico exacto, un “estado vegetal”.

De igual forma, muchos creyentes subsisten con las bocanadas de oxigeno que escuchan de los mensajes dominicales, (cuando estos están centrados en la Biblia), o de algunas lecturas esporádicas, o de algo milagroso. Así como nunca me ha dejado de sorprender como algunas personas “subsisten” comiendo toda clase de comida chatarra, también me sorprende que haya creyentes que “subsistan” con tan poco. Sin duda, la misericordia de Dios es muy grande. Y lo sé, porque yo mismo fui así un tiempo en mi vida como creyente.

Sin embargo, si entendemos que la orden, la voluntad, y la enseñanza de Dios para nuestra vida es ser santificados, llevarnos “a la estatura de Cristo”, y que fuimos creados desde antes de la fundación del mundo para eso, entonces debemos buscarla. Y anhelarla.

Incluso esa es la razón por la cual Dios capacita hombres y mujeres dentro de la iglesia en la enseñanza de su Palabra, y le da diferentes dones.

Efesios 4:11 Ahora bien, Cristo dio los siguientes dones a la iglesia: los apóstoles, los profetas, los evangelistas, y los pastores y maestros. 12 Ellos tienen la responsabilidad de preparar al pueblo de Dios para que lleve a cabo la obra de Dios y edifique la iglesia, es decir, el cuerpo de Cristo. 13 Ese proceso continuará hasta que todos alcancemos tal unidad en nuestra fe y conocimiento del Hijo de Dios que seamos maduros en el Señor, es decir, hasta que lleguemos a la plena y completa medida de Cristo.

Concluímos pues, de manera sencilla, que Dios nos ha dado una nueva vida. Y eso es una obra de Dios. Que nos ha dado nuevas afecciones, y eso es una obra de Dios, que nos ha dado el Espíritu Santo, y eso es una obra de Dios, y nos ha dejado su Palabra, para que nosotros comprendamos cómo Dios ve el pecado y nos alejemos de él… eso, es una obra de ambos.

Si has nacido de nuevo, procurarás esa nueva vida. Vivirás esa nueva vida.

Romanos 12:1 Por lo tanto, amados hermanos, les ruego que entreguen su cuerpo a Dios por todo lo que él ha hecho a favor de ustedes. Que sea un sacrificio vivo y santo, la clase de sacrificio que a él le agrada. Esa es la verdadera forma de adorarlo. 2 No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta.

Fil 1:6 Y estoy seguro de que Dios, quien comenzó la buena obra en ustedes, la continuará hasta que quede completamente terminada el día que Cristo Jesús vuelva.


 
 
 

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