¿ESTAS BENDECIDO?
- Alejandro Machado
- 25 ene 2015
- 5 Min. de lectura

Imaginemos a Roberto, es un fiel asistente a la congregación, dedica puntualmente el diez por ciento de sus ingresos a la misma. Acaba de comprar una casa nueva en un sector exclusivo de la ciudad. ¡Eso es una bendición! La gran mayoría de quien nos lee está de acuerdo con esa afirmación.
Sin embargo, la historia de Roberto no termina ahí. La semana pasada fue ascendido en su trabajo. Roberto tiene un empleo honesto, (lo que de seguro la mayoría también apreciará como una bendición), más aún cuando les digamos que gracias a ese ascenso, su sueldo se ha duplicado y ha podido además comprar el carro de sus sueños. ¡Vaya!, ¡Qué bendición!, ¿cierto?… Roberto tiene un matrimonio estable, una buena esposa, hijos que lo aman, e incluso su suegra lo recibe con los brazos abiertos cuando lo ve. Definitivamente, ¡eso es una bendición!
¿Está Roberto bendecido?
Una y otra vez he expuesto este mismo caso, (esta imaginaria historia) en contextos evangélicos para conocer la respuesta de la congregación a esa pregunta.
¿Está Roberto bendecido?
(Debo incluso señalar que en algunos contextos denominacionales el “AMEN” es rotundo, fuerte y claro. Contundente).
Sigamos con Roberto. Es un fiel asistente a la iglesia, pero en realidad, nunca ha aceptado al Señor en su vida como Salvador. No lo reconoce como Rey y Señor de su vida. En otras palabras, sencillas y llanas: “Roberto no es salvo”.
¿Está Roberto bendecido?
Muy probablemente acaba de suceder en tu mente lo que ocurre cada vez que he expuesto este caso: Se produce un choque interno. Una breve confusión. La respuesta es “no” confuso. No puede estar bendecido alguien, que aunque vive muy feliz, va rumbo a una muerte eterna, es decir el infierno.
¡Asombroso cómo cambia nuestra percepción sobre ciertas cosas tan repentinamente!
El problema que enfrentamos es la definición que manejamos de “bendición”. La definimos como un bien, un beneficio, un premio, algo que incluso, merecemos en ocasiones. Percibimos la(s) bendición(es) de Dios en términos de bienes materiales y terrenales. En función de éxito humano, de estatus o posición social, es decir que definimos el término bendición como algo que nos produce placer en la tierra.
Ya hemos expuesto lo que dice la Biblia: Este es un reino celestial, no terrenal.
Durante dos semanas deliberadamente hemos compartido un largo pasaje (Efesios 1:3-14), ha estado allí para que nos demos cuenta de cuán frecuentemente pasamos por algo detalles que están a la vista de todos.
Efesios 1:3
3 Toda la alabanza sea para Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales en los lugares celestiales, porque estamos unidos a Cristo.
Una y otra vez lo hemos leído, y ha sido la base de todo nuestro análisis.
Hagamos tres preguntas a la luz del pasaje:
¿Qué determina la bendición de Dios?
¿Dónde hemos “recibido” esas bendiciones?
¿Qué producen esas bendiciones?
La bendición de Dios está determinada por la unión que tenemos con Cristo. No por la unión que tengamos a bienes materiales o éxito terrenal. La bendición de Dios es posible porque somos sus hijos, y ese es un plan de Dios desde antes de la creación. Nadie puede negar, sin importar su postura teológica, que la salvación proviene de Dios. Así que soy bendecido no por algo que yo logro, sino por algo que me es dado.
¿Te das cuenta entonces que las bendiciones de Dios no son para todo el mundo? ¡Demasiadas veces prometemos a aquellos que no están unidos a Cristo, una bendición , o una promesa de Dios que es solo para sus hijos! ¡La Palabra de Dios, de hecho, es para sus hijos! ¡Y eso, es una bendición!
Llama la atención la diversidad y la ubicación de las bendiciones (“toda clase de bendiciones en los lugares celestiales”).
Incluso es un mandamiento imperativo de Jesucristo cuando nos dice que nos ocupemos de “hacernos ricos”, pero con tesoros celestiales, no terrenales.
Mateo 6:19 »No almacenes tesoros aquí en la tierra, donde las polillas se los comen y el óxido los destruye, y donde los ladrones entran y roban. 20 Almacena tus tesoros en el cielo, donde las polillas y el óxido no pueden destruir, y los ladrones no entran a robar. 21 Donde esté tu tesoro, allí estarán también los deseos de tu corazón.
Y si, eso quiere decir que nuestra persecución de “mejores cosas” en la tierra, pudiera estar muy equivocada, pues ese afán solo demuestra que “hay algo que nos importa más” que el propio Cristo.
¿Has visto cuántos creyentes viven angustiados por tener mejores cosas en la tierra? ¿Eres tú uno de ellos?
Yo no estoy diciendo que no obtendremos el favor de Dios en la tierra, al contrario, ese mismo pasaje, unos versos más adelantes trae una de las ideas que mayor esperanza debe dar al pueblo de Dios. Pues sin importar la circunstancia que estés viviendo, podemos tener la certeza de que Dios tiene un plan para nosotros.
Efesios 1
19 También pido en oración que entiendan la increíble grandeza del poder de Dios para nosotros, los que creemos en él. Es el mismo gran poder 20 que levantó a Cristo de los muertos y lo sentó en el lugar de honor, a la derecha de Dios, en los lugares celestiales. 21 Ahora Cristo está muy por encima de todo, sean gobernantes o autoridades o poderes o dominios o cualquier otra cosa, no sólo en este mundo sino también en el mundo que vendrá. 22 Dios ha puesto todo bajo la autoridad de Cristo, a quien hizo cabeza de todas las cosas para beneficio de la iglesia.
“la increíble grandeza del poder de Dios para nosotros, los que creemos en él”… “para beneficio de la iglesia”.
¡Bravo! ¡Excelente! ¡Eso es genial!… el Poder de Dios obra a tu favor, si eres su hijo.
¿Ves?, solo aplica para sus hijos.
Y cuando comprendemos esto, entonces es sencillo entender que todas esas bendiciones fueron dadas al hombre, con una finalidad: “la alabanza de su gloria”.
Tiene sentido lo que hemos venido estudiando en las últimas semanas: “Dios hizo todas estas cosas para que nosotros le diéramos gloria y alabanza”.
¿Cuáles cosas?… en medio de cualquiera que sea nuestra circunstancia, adversa o no: nos bendijo.
¿Qué es pues, una bendición?
La palabra usada en Efesios 1:3 para bendición es: eulogia,n \{yoo-log-ee’-ah}; y significa: "Tener el visto bueno o la aprobación de Dios. El buen ánimo de Dios a su favor”.
Cada ser humano tiene que empezar entendiendo que debido a su propia maldad, ninguno merecía nada de parte de Dios. Ni siquiera el aliento para respirar.
Cada ser humano (y más si es un creyente) debe entender que todo ser humano, debido a su maldad, merecía el castigo eterno. Y sin embargo, por gracia, Dios otorga su bendición a aquellos que reconocen su Señorío y le reciben como Salvador. Dios da a estos, sus hijos, vida eterna, (cuando lo que merecían era lo contrario).
Así que Dios colma de favores y misericordias a los hombres, al permitirles entrada al reino celestial, y así los bendice, ETERNAMENTE.
El propósito por el cual Dios crea al hombre es, y luego decide salvarlo a pesar de su caída, es, finalmente, ser glorificado por él.
De nuevo nos preguntamos: ¿No es esta la imagen de un Dios vanidoso que busca adoración para él? ¿Qué clase de enseñanza es esta que parece estar orientándonos a vivir una vida conformista? ¿No es acaso esto una manipulación para que cada ser humano viva sus propios males sin rebelarse ante la religión?
¿Qué opinas?
(Estas tres preguntas van a ser respondidas en nuestra próxima entrega).
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